No podemos esperar a que los docentes de hoy se jubilen

"El sistema educativo argentino requiere de un aggiornamiento inmediato", opina en esta columna Débora Slotnisky, periodista especializada en tecnología

La transformación digital ya está en marcha y requiere de una urgente modificación del sistema educativo, porque está en juego el futuro de nuestros hijos y del país.

La Cámara de empresas de la Industria Argentina del Software (CESSI) realizó la primera edición del evento "Transformación Digital: el Futuro del Empleo". En la jornada se abordaron temáticas vinculadas con cómo deben prepararse las organizaciones para adquirir talentos y los conocimientos necesarios para innovar y crear los equipos adecuados para los próximos años.

A lo largo de las charlas se abordó con buen tino la necesidad de implementar un cambio sustancial del sistema educativo actual. Como expresó Aníbal Carmona, Presidente de CESSI: "debemos ocuparnos, junto con el Gobierno, los centros educativos, y los empresarios, de poder construir oportunidades basadas en el futuro del empleo, que permitan a las nuevas generaciones subirse a la ola tecnológica, para incluir a las personas en esta nueva era".

Dado que todos estamos de acuerdo con esta afirmación, el desafío es ir un paso más allá para que el deseo se convierta en realidad. Esta cuestión urge ya que el avance de la transformación digital es constante y no podemos decir que nuestros chicos, porque son "nativos digitales", podrán actualizarse y utilizar correctamente estas herramientas.

¿Por qué? Porque no hay una sola manera de ser "nativo digital". Los niños no son más hábiles e idóneos como usuarios digitales por la variable "fecha de nacimiento".

Como mamá de niños en edad escolar, observo que se están incorporando pantallas y plataformas digitales para realizar las tareas escolares pero con el mismo criterio de antaño. Solo cambia el soporte, y con esto no alcanza. Lo que es peor: he oído a muchas personas decir que "hay que esperar que se jubilen los docentes de hoy para que empiecen ejercer profesionales más jóvenes". Esta creencia es una falacia porque los programas de formación docente no se están actualizando y el nuevo paradigma reclama su reformulación.

Dado que la Argentina es un país que no está a la vanguardia educativa, podemos tomar las mejores prácticas de otras naciones mejor posicionadas y modificarlas a nuestra realidad.

Por ejemplo, Finlandia es uno de los casos de éxito mundial. Allá, los niños participan de forma activa en el proceso de planificación de las materias, investigan y trabajan en equipos, tal como se hace en el mundo laboral. La consigna es dejar de estudiar materias como si fueran silos para promover la capacidad de pensamiento transdisciplinario a través de una experiencia de aprendizaje colaborativo. Así, los profesores dejan de ser los “poseedores de la verdad” para pasar a guiar a sus alumnos quienes tienen la libertad de cuestionar. Por supuesto, todo en su justa medida.

Estonia es otro país a observar. Aquí, el modelo educacional está basado en la equidad y, como los colegios son gratuitos, los estudiantes de un mismo aula provienen de diversos estratos socieconómicos y culturales. Por ende, todos reciben la misma experiencia educativa y las distintas realidades permiten que los pequeños aprendan de los otros. Algo que en Argentina lamentablemente no sucede ahora, aunque sí se evidenciaba hace varias décadas atrás.

Otro caso de éxito es Singapur, que lideró el ranking del último examen PISA (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiante). En este pequeño país, se alienta a los alumnos a construir prototipos y a resolver problemas utilizando la lógica y la creatividad.

Por otra parte, existen propuestas como Scratch, para que a partir de los 4 años las personas empiecen a dar sus primeros pasos en el mundo de la programación, casi sin darse cuenta.

Por supuesto, los sistemas mencionados no están ajenos las críticas y también son perfectibles. Respecto a Finlandia, se cuestiona que los niños tienen demasiada libertad y no adquieren conocimientos básicos fundamentales, mientras que los pequeños de Singapur deben superar difíciles instancias de exámenes que pueden generar altos niveles de estrés.

En conclusión, el sistema educativo argentino requiere de un aggiornamiento inmediato, y tenemos la posibilidad de tomar ideas de otras latitudes para incorporarlas a nuestra medida con las premisas de equidad, colaboración, darle un incentivo a la creación, al análisis y al aprendizaje activo.

Lo que no podemos hacer es esperar que se jubilen los docentes de hoy. Esperar que los niños aprendan solo a través de pantallas y no estimular su creatividad, sus habilidades para la resolución de problemas ni aquellas vinculadas a la comunicación. Por supuesto, tanto padres como docentes tenemos el deber de acompañar a nuestros hijos en su crecimiento para guiarlos con respecto a las habilidades que serán más demandas en algunos años, sin perder de vista sus inclinaciones y competencias.

(*) Débora Slotnisky: Periodista especializada en Tecnología y speaker sobre Transformación Digital.