La cultura del esfuerzo

La opinión de Guillermo Oliveto, Decano de la UTN BA

Desde hace tiempo notamos que el salto entre la Escuela Media y la Universidad es cada vez más pronunciado. Esto sucede, entre otros motivos, por dos cuestiones que considero principales: la poca o mala formación en ciencias duras como matemática, física o lógica, y la disminución o ausencia de lo que se llama la cultura del esfuerzo. Estudiar Ingeniería requiere de esfuerzo.

Por el contrario, cada vez más también, se observa la existencia de una suerte de problema social: la cultura del facilismo, la búsqueda de soluciones rápidas y sencillas, que atenta contra cualquier planteo de estudiar una carrera a la que, en principio, hay que dedicarle tiempo y, de nuevo, esfuerzo.

Al problema social que representa la pérdida de la cultura del esfuerzo, que de ningún modo pretendemos resolver desde la Universidad, se suma la necesidad de fortalecer el sistema educativo nacional, de manera integral, para motivar el estudio de carreras científico-tecnológicas desde la escuela primaria y brindar en el nivel medio los conocimientos necesarios para garantizar la igualdad de acceso a la Universidad.

En la actualidad, en nuestra Facultad, crece el número de ingresantes de escuelas privadas respecto de los de escuelas públicas. A medida que fue bajando la calidad de la enseñanza y el deterioro social comenzó a ser notorio en las zonas más vulnerables de la ciudad y el conurbano, la educación pública dejó de garantizar el acceso a la Universidad, y por ende, la posibilidad de progresar, de soñar y alcanzar un futuro mejor gracias al trabajo y al esfuerzo. Y esto es preocupante para todos aquellos que luchamos por la igualdad de oportunidades, por la importancia que tiene y tuvo la escuela pública, con historias de personas que nacieron en la pobreza y se pudieron salir de ella gracias a la educación.

Para revertir esta tendencia, desde la Facultad implementamos una serie de acciones. Una de ellas es la elaboración de informes para trabajar en conjunto con aquellos colegios en los que se detectaban problemas comunes en el desempeño de sus alumnos. El objetivo de esta política es colaborar con estas escuelas para que ajusten sus métodos de enseñanza y, así, aumenten el índice de ingreso de sus alumnos.

Otro programa de extensión universitaria, que trabaja con los mismos objetivos es Entropía. Desde él se acompaña a los estudiantes del último año de escuelas medias de gestión pública que quieren ingresar a la UTN.BA. El objetivo es mejorar su rendimiento en ciencias básicas y prepararlos para los exámenes de ingreso de la Universidad.

El programa comenzó en 2014 y cuenta con el aporte de la empresa Samsung. Desde que se inició, registra altos índices de efectividad: en 2014 ingresaron el 75% de los estudiantes que participaron de Entropía; en 2015, el 80%; y este año, el 96%. Una vez que ingresan a las carreras elegidas se hace un seguimiento de su desempeño, a través del Sistema Institucional de Tutorías.

Por último, en 2016 la Facultad implementó un programa de capacitación de docentes de escuelas técnicas, que coordina el mismo equipo de trabajo de Entropía, y que se desarrolla en conjunto con el Ministerio de Educación.

Por supuesto que hay mucho más por hacer, y existe una gran variedad de recursos y estrategias que desde el sistema educativo podemos aportar. Lo urgente es comenzar a trabajar estas cuestiones, porque la educación es la pieza fundamental del desarrollo; todos los países que superaron sus propios paradigmas lo hicieron a través de la educación. Ahí está la clave. No hay más tiempo que perder.

(*) Guillermo Oliveto: Decano de la UTN BA