Si tomamos la definición de Wikipedia, las redes sociales son estructuras sociales compuestas de grupos de personas, las cuales están conectadas por uno o varios tipos de relaciones, tales como amistad, parentesco, intereses comunes o que comparten conocimientos.

No sólo hoy estamos inmersos cada vez más en ellas (con un uso más o menos intensivo muchas veces asociado a la generación a la que pertenecemos), sino que son ya un sitio por excelencia para contactar personas, opinar sobre-acciones de empresas, posicionarse y, por qué no, divertirse.

Ríos vertiginosos de tinta se vertieron sobre su impacto en las relaciones personales, y los diferentes estudios arrojan resultados prometedores en tanto a cantidad de relaciones aunque también apuntan hacia una falta de privacidad que genera cierta intranquilidad en algunos y lazos de cooperación y colaboración en otros.

El concepto “viralidad” antes relacionado sólo con cuadros de preocupación médica, lo encontramos hoy en relación al modo que se esparce la información a través de las redes sociales.

Cuando se diseña un programa de capacitación, es clave poner en juego todos los recursos que permitan engrosar la práctica y el contacto entre personas que puedan actuar como modelos de conducta. El compartir buenas y también malas prácticas es el no despreciable 20% que suma al 70% de experiencia práctica en el puesto de trabajo para hacer del magro proceso del aula un camino efectivo hacia el desarrollo de nuevas habilidades.

Ingrid Karin Neumarkt estudió psicología en la Universidad de Buenos Aires y MBA en ESADE (Barcelona, España), especializándose en Capacitación de Recursos Humanos en Cranfield School of Management (Cranfield, Inglaterra).En su recorrido empresarial fue Gerente de Capacitación y Desarrollo en American Express, Analista de Capacitación en Citibank y Jefa de Capacitación y Empleos en Correo Argentino. Actualmente es Gerente de Producto de Whalecom.

El ya usual planteo de ofrecer una metodología teórico-práctica en clase no alcanza. Es menester lograr que los participantes pongan en juego lo aprendido en el día a día laboral. Y en ello es donde puede considerarse una movida estratégica incitar el uso de una red logrando la viralidad necesaria para que el intercambio sea enriquecedor.

Toda la potencialidad de una red ad hoc estará al alcance de quien diseña el programa (el tipo de relacionamiento de los participantes deseado, su segmentación pro grupos de interés, qué documentos compartirán, etc).

En esta era de la colaboración, en donde el conocimiento es un constructo generado por diferentes fuentes, opiniones, investigaciones, validaciones, la libertad de sumar percepciones personales nutre las teorías desde las prácticas.

Y quienes gestionamos estas redes sabemos que la cuota de información personal, la libertad de expresión, las novedades y temáticas de interés frecuente, son las que hacen que estas comunidades se mantengan vivas, interesantes, generando mayor cercanía entre las personas y acompañando desde un diseño elaborado el estilo que ya gran parte de la población utiliza para comunicarse.