Las redes sociales como herramientas de las revoluciones sociales

Matías Salvador, de GlobalLogic, opina sobre el rol de Facebook y Twitter en los fenómenos dados por los movimientos sociales

Por Matías Salvador, Senior Delivery Manager de Digital Media y Social Media, GlobalLogic.

Las redes sociales se han transformado en uno de los canales de comunicación más dinámicos del nuevo siglo, y hoy se posicionan como una herramienta indispensable para cualquier tipo de activismo que quiera llegar a usuarios y ciudadanos, ya que los miles de millones de integrantes de estas redes tienen la capacidad de viralizar información y llevarla a los ojos del mundo, sin necesidad de pasar por el filtro de los medios tradicionales.

Matías Salvador, de GlobalLogic

La revolución egipcia de comienzos de 2011 y los movimientos de Indignados europeos demostraron a las claras el potencial de estas plataformas, que permiten mucho más que actualizaciones casuales. Y es que tras caer el presidente tunecino Zine el-Abidine Ben Alí el 14 de enero, se convocó por Facebook y Twitter a “una revolución en Egipto”, que debía desatarse el 25 de enero. Ese día, decenas de miles de personas se reunieron en el centro de El Cairo, Alejandría y Suez, y se transformaron en cientos de miles de ciudadanos oprimidos, que utilizaron las pantallas de sus dispositivos como un foco de resistencia.

Los pilares de la revolución

Según el fundador de paidcontent.org, Rafat Ali, los roles que pueden asumir los servicios web en estos fenómenos sociales están bien delimitados: Facebook resulta ideal para organizar grandes grupos de personas. De hecho, los usuarios egipcios utilizaron los muros para aumentar sus números hacia el interior del país, y también para dar a conocer su historia a la comunidad occidental. En el punto más crítico de la revolución, la página en honor a Khaled Said tuvo más de 500 mil seguidores, que documentaron con fotos y videos el avance imparable de las protestas. En tanto, Twitter permite la amplificación instantánea de la información, ideal para trasmitir sucesos y noticias en tiempo real, ya que los mensajes de 140 caracteres circulan instantáneamente entre las multitudes, que pueden recibirlos en sus dispositivos portátiles.

Al mismo tiempo, los gobiernos habían reforzado el mensaje de los “intereses de seguridad nacional”, planteándose la necesidad de disponer del legendario botón para desactivar Internet.. Como ejemplos, tenemos la Ley Patriótica estadounidense (promulgada en el 2001), y el “Gran Firewall” chino, orientados a la supervisión para prevenir ataques terroristas o planes de desestabilización. Ese hipotético interruptor maestro fue el que activó el gobierno de Mubarak cuando se dio cuenta que el control de la información se le estaba yendo de las manos. ¿Cuál fue el resultado? Avivar la indignación del pueblo egipcio. Los interruptores contra Internet no solo empeoraron las cosas, sino que ni siquiera cumplieron con su función. Ésta es una lección de la que muchos gobernantes deberían aprender. Los usuarios egipcios pudieron evitar el bloqueo a Facebook y Twitter utilizando diversas alternativas de softwares, como aplicaciones de terceros (Twitter for Blackberry, UberTwitter, TweetDeck, HootSuite), que en ese momento y para algunos usuarios viejos no autenticaban contra la plataforma Twitter. Muchos usuarios en Egipto utilizaron las redes VPN (Virtual Private Network), que les permitían canalizar los accesos por servidores seguros inclusive desde dispositivos móviles, enmascarando la conexión de manera que parezca realizada desde otro país.

El caso de los Indignados europeos es particularmente interesante: el éxito o fracaso de los movimientos llegó a medirse en los medios con la unidad de "Tweets por hora", que marca la actividad de un tópico dentro de la red social (en los momentos más duros de la protesta, se registraron miles de mensajes relacionados por hora).

Armas de doble filo

Si bien las redes sociales actuaron como multiplicadores de las protestas, también se caracterizan por no proteger el anonimato, y de hecho existen decenas de historias de ciudadanos encarcelados por apenas un tweet. Para que Internet pueda transformarse en un medio revolucionario, hacen falta herramientas que tengan en cuenta la protección de los usuarios que las utilizan. Un caso ejemplar es CryptoCat (https://crypto.cat), un sistema de mensajería anónima que permite comunicaciones encriptadas y que fue desarrollado especialmente para facilitar la organización de las protestas.

En definitiva, es válido afirmar que las redes sociales contribuyeron a la organización del pueblo egipcio en su activismo y posterior revolución. Pero a su vez, no podemos olvidar que para alcanzar tales logros es necesario un pueblo que no tenga miedo de salir a la calle y defender su libertad a toda costa, con o sin la ayuda de la tecnología.


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