Signados por la pandemia

El repaso del año de Enrique Carrier

Artículo publicado por Enrique Carrier en Comentarios.info

Llega el fin de año y se hace ineludible un repaso de lo que sucedió. Para hacer un balance y obtener aprendizajes para el futuro. Y claramente, el 2020 y la pandemia serán un dúo inseparable. Todo lo que repasemos estará impactado por las consecuencias del Covid-19.

Antes de la llegada del Covid a estas latitudes, el año no se presentaba tampoco muy favorable, luego de dos años seguidos de caída del PBI, una inflación acelerada y una moneda devaluada. Por lo tanto, las aspiraciones para este 2020 eran, en líneas generales, modestas. Pero claramente la situación se complicó más con la instauración temprana y sin aviso previo de la cuarentena, que no dio tiempo a nadie a prepararse para un escenario que requería de muchas reorganizaciones. Adicionalmente, la cosa se agravó cuando los 14 días iniciales se transformaron en meses. Así, lo que inicialmente parecía un happening, con gente haciendo música desde sus balcones o los aplausos solidarios con el personal médico (cuando los efectos de la pandemia estaban lejos de llegar a su punto más alto) se fue transformando en lo que en realidad es.

Desde el punto de vista tecnológico, el ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio) implicó desafíos inéditos. Las redes se cargaron de tráfico con todo el mundo en sus hogares. Los que podían, trabajando o estudiando, usando Zoom (hasta quemarse el bocho) y la nube. Otros, sin actividad que pudiera realizarse remotamente, entreteniéndose, viendo Netflix o jugando online. Así, el tráfico de la red subió en las primeras dos semanas del ASPO el equivalente a lo que lo hace normalmente a lo largo de un año. A pesar de esto, en líneas generales la redes respondieron bien y estuvieron a la altura de las circunstancias.

Con tanta gente encerrada simultáneamente en sus hogares, se disparó la demanda por dispositivos conectables: PC, celulares y tablets. A este pico de demanda se sumaron los problemas tanto logísticos (los movimientos de mercaderías ya sean nacionales como internacionales se vieron afectados) como productivos (recordemos que Tierra del Fuego entró en cuarentena antes de que se decretara la misma a nivel nacional, lo que paralizó la producción de la isla). Y con los comercios cerrados, sólo quedaba la venta vía el canal electrónico, también afectado por la cuarentena y que tampoco tuvo tiempo de prepararse para una mayor actividad. Esta situación produjo quiebres de stock que tardaron varios meses en volver a la normalidad, pero que sumados al contexto macroeconómico subyacente potenciado por la pandemia hizo que, por ejemplo, este sea el peor año en venta de celulares de los últimos 17 años.

No obstante, este escenario dejó cosas rescatables. En los primeros meses de la cuarentena la sociedad se digitalizó a una velocidad tal que, de no haber existido, hubiera demorado aproximadamente de 3 a 5 años. Esto se vio en el desarrollo del teletrabajo, que, aunque ya existía, avanzaba lentamente, estando presente principalmente en grandes empresas, multinacionales y tecnológicas. Hoy ya es parte del escenario de cualquier organización y todo indica que subsistirá a la pandemia, con profundas repercusiones en las organizaciones. También en la adopción del comercio electrónico, que permitió a muchas empresas y comercios mantener, aunque más no fuera parcialmente, su actividad y al mismo tiempo llegar a nuevos clientes. Otros avances bienvenidos se dieron en materia de salud, donde comenzaron a darse las consultas remotas vía videollamada y se pudo comprar medicación si necesidad de una receta en papel. Hoy difícilmente alguien quiera volver al estado prepandemia, donde se pedía un turno para ser atendido por personal médico para que únicamente escribiera una receta en un papel que había que llevar a la farmacia. En el caso de la educación, el escenario fue mixto. Más allá de las limitaciones en la conectividad (más sobre esto más adelante), evidentemente no es lo mismo una clase por Zoom a universitarios que a quienes cursan la primaria o el jardín de infantes. A estos últimos, la actividad remota los priva del aprendizaje de la socialización y de ciertas habilidades básicas. No obstante, para la educación superior, la incorporación parcial de clases remotas se convertirá sin dudas una modalidad que será demandada. La necesidad del aislamiento también obligó a acelerar y poner en práctica la utilización de la tecnología y la conectividad para realizar todo tipo de trámites en forma online, tanto con el Estado como con organizaciones privadas. Nuevamente, un avance en la digitalización que es bienvenido y que establecerá un nuevo piso.

En definitiva, en el balance, la pandemia sirvió para visibilizar la relevancia de la tecnología, tanto en lo cotidiano como en lo estratégico. Pero al mismo tiempo, potenció la brecha digital. Porque si no estar conectado era ya algo negativo antes de la pandemia, luego de esta y del proceso acelerado de digitalización que impulsó, no estar conectado se volvió una carencia aún mayor. Una situación que llevó a mayores intervenciones estatales en toda la región y donde Argentina no se quedó al margen, sino todo lo contrario.

Hubo una primera batería de medidas acordadas con los principales operadores que incluyeron: congelamiento de precios hasta (originalmente) el 31 de agosto, creación de planes inclusivos de prestaciones básicas a bajo precio, no corte de servicio por falta de pago, navegación gratuita de determinados portales educativos, entre otras. Fueron medidas que no cerraron la brecha digital (es algo que llevará planificación y tiempo, además de dinero) pero que apuntaron a que esta no se ensanchara en medio de la emergencia sanitaria cuyos coletazos económicos se hacían sentir. Por otra parte, desde el Enacom se activó notablemente el uso de los fondos del servicio universal, aunque claro que esto no tuvo ni tendrá efectos inmediatos.

Sin embargo, el espíritu de diálogo entre gobierno y operadores se quebró abruptamente con la publicación del DNU 690, que tomó por sorpresa no sólo a los operadores sino también a varios en el Enacom. El DNU implicó básicamente dos cosas: la declaración de los servicios TIC como servicio público y el congelamiento de precios.

Con el correr del tiempo resultó evidente que la necesidad y la urgencia vinieron por el lado de los precios, ya que la reglamentación del DNU todavía no se conocen mientras se escriben estas líneas (los rumores dicen que tanto Comentarios como el reglamento se publicarán el mismo día, el 18/12). En cuanto a los precios, si bien el congelamiento actual está vigente hasta el 31/12, como los mismos están regulados por el Enacom, en la medida en que éste no apruebe ajustes, seguirán al valor actual. Y más allá de que se admita alguna actualización, el contexto actual de alta inflación hará que la recuperación de los valores a niveles prepandemia lleve un tiempo. Seguramente más de lo que dure la pandemia.

En definitiva, aún con ciertos efectos colaterales positivos, el 2020 afortunadamente llega a su fin. Será sin dudas un año que quedará grabado a fuego para la mayoría de nosotros, dejando una cicatriz visible por un largo tiempo. Pero, como reza el epigrama, “cuando todo está perdido, siempre queda el futuro”.

(*) Enrique Carrier: Analista de mercado especializado en Internet, informática y telecomunicaciones, con más de 20 años de experiencia en el sector tecnológico. Además, es el editor de “Comentarios”, el newsletter semanal y blog de Carrier y Asociados