Trabajo híbrido: del experimento al modelo estratégico

Escribe Laura Campi, Sales Manager PeopleForce

El teletrabajo ya no es lo que era. Lo que en 2020 se convirtió en una solución urgente y generalizada hoy se reconfigura. Las organizaciones, luego de años de prueba y error, están encontrando su propio balance. El resultado: el modelo híbrido gana terreno y el trabajo 100% remoto empieza a perder peso. En paralelo, las oficinas vuelven a ser relevantes, no tanto como espacios físicos, sino como espacios de cultura, cohesión y conexión entre equipos.

La lógica es clara: las compañías comenzaron a concentrarse menos en dónde se trabaja y más en cómo se trabaja. Por eso, hoy las estrategias apuntan a la retención de talento, el crecimiento interno y el fortalecimiento del sentido de pertenencia. Y esto solo se logra generando vínculos genuinos, conversaciones frecuentes y procesos que acompañen la experiencia del colaborador de punta a punta.

Este cambio de enfoque también revaloriza la marca empleadora. Ya no alcanza con ofrecer beneficios aislados o mensajes atractivos en redes. Las personas quieren formar parte de empresas que promuevan un entorno claro, coherente y desafiante. En este contexto, no es extraño que muchas organizaciones estén renovando o ampliando sus espacios físicos como parte de una estrategia de atracción y retención. Pero no para volver al viejo modelo presencial, sino como complemento inteligente de un esquema más flexible.

Los datos lo confirman: el 75% de los colaboradores de tiempo completo en América Latina asiste tres días o más a la oficina, según un reporte de Ipsos. Las personas valoran la conexión presencial, pero buscan que esa experiencia sea significativa. No se trata de volver por volver, sino de encontrar un equilibrio real.

El trabajo híbrido dejó de ser una concesión. Es hoy una herramienta estratégica. Bien diseñado, permite lo mejor de ambos mundos: la autonomía del trabajo remoto y la conexión del encuentro presencial. Y no solo mejora la productividad: también impacta directamente en el bienestar. El 62% de quienes trabajan entre 1 y 3 días en la oficina perciben una mejora en su bienestar general—más que quienes asisten de forma presencial completa (44%) o remota total (66%). Este dato refuerza que el híbrido no solo es viable: es preferido.

En particular, los más jóvenes (18 a 24 años) son quienes menos eligen el remoto puro y más se inclinan por esquemas híbridos, que les permiten aprender, vincularse y desarrollarse profesionalmente.

Pero para que funcione de verdad, hay una condición ineludible: comunicación clara y colaboración sostenida.

Y acá es donde todavía fallan muchas empresas. Porque no se trata sólo de implementar reuniones 1 a 1, usar Slack o tener una política de “puertas abiertas”. Se trata de construir un sistema. Uno que permita dar feedback útil, que asegure el seguimiento de compromisos, que conecte objetivos individuales con resultados de negocio. Uno que no dependa de la buena voluntad de los managers, sino que esté integrado en el flujo de trabajo diario.

Desde PeopleForce trabajamos justamente para resolver ese problema. Porque entendemos que la experiencia del colaborador no empieza ni termina con la evaluación anual. Es un ciclo continuo que debe estar acompañado con estructura, visibilidad y herramientas. Por eso diseñamos una plataforma de gestión de personas que permite automatizar reuniones 1:1, documentar acuerdos, hacer seguimiento de objetivos, evaluar desempeño con métricas claras y ofrecer retroalimentación constante.

Las funcionalidades van más allá de lo operativo. Se integran con los calendarios, permiten analizar tendencias, identificar oportunidades de mejora y crear un sistema de accountability accesible tanto para líderes como para colaboradores. En pocas palabras: convierten las conversaciones en acciones. Y las acciones, en resultados.

En este nuevo mundo laboral, las compañías que inviertan en gestión real del talento—no solo en retenerlo, sino en desarrollarlo—tendrán una ventaja significativa. Porque el futuro del trabajo no es remoto, ni presencial, ni híbrido. Es humano. Y eso requiere algo más que espacios bonitos o políticas modernas. Requiere sistemas que funcionen. Requiere coherencia entre el discurso y la práctica. Requiere tecnología que conecte, no que complique.

Y sobre todo, requiere entender que el verdadero diferencial ya no está en las horas que una persona pasa en una oficina, sino en la calidad de los vínculos que esa persona construye con su equipo, sus líderes y su propósito dentro de la empresa.

(*) Laura Campi: Sales Manager PeopleForce