Un argentino demostró que la alfabetización digital no tiene fronteras

Por Lucas Delgado
Juan Manuel Zuppelli y su mujer Virginia Tejada Andrade capacitaron a más de 200 personas de zonas rurales de Ecuador en nociones básicas de informática, Windows e Internet. “No importa el país. Lo que importa es la gente”, señaló él

Con la intención de brindar apoyo en el desarrollo personal y laboral a miembros de comunidades de campesinos, indígenas y de la tercera edad, Juan Manuel Zuppelli y su mujer ecuatoriana Virginia Tejada Andrade prepararon un programa de Capacitación Rural en Tecnología (CRT) y recorrieron distintos parajes de Ecuador, formando a más de 200 personas en los usos básicos de una computadora con entorno Windows y sus herramientas de ofimática e Internet.

Virginia Tejada Andrade y Juan Manuel Zuppelli

La pareja visitó las oficinas de Canal AR y contó cómo colaboró para reducir la brecha entre aquellos que tienen acceso a la tecnología y los que no. Zuppelli es un programador argentino de 33 años con un entorno familiar relacionado a la docencia, y aunque él no la practicó activamente sino hasta las primeras experiencias con el CRT, afirmó que ese contexto lo ayudó a desarrollar aptitudes para iniciar con su idea: paciencia, esfuerzo, dedicación y compromiso.

“Venía de un lugar en donde el acceso a la tecnología era para unos pocos. Desde las empresas veía la discriminación por los que sabían y los que no”. Por esa razón, uno de sus primeros emprendimientos fue generar un método para que cualquier persona que no sepa casi nada de tecnología pueda aprender a hacer un ERP.

"No importa el país. Lo que importa es la gente. Yo no era ni licenciado ni nada, era Juan".
“Empecé haciendo un enveloper que creaba la base de datos desde cero. La idea era que cada uno pudiera crear cada objeto utilizando su propio lenguaje”, explicó.

Y ante el desafío de llevar las nociones básicas sobre el manejo de herramientas informáticas a persona sin acceso a las mismas, para ayudarlos a obtener mayores oportunidades de encontrar empleo y mejorar sus condiciones de vida, revisaron cursos de capacitación para chicos y adultos, y crearon un método de capacitación propio.

Iniciando el viaje

La metodología fue implementada en la provincia de Pichincha, Ecuador, en comunidades tales como Cusubamba, Rumicucho, La cocha, Chavezpamba, Atahualpa, San José de Minas, Nono, San José Obrero y San Juan de Calderón.
La Fundación Brethren y unida los convocó para retomar una capacitación poco exitosa para formar a los habitantes de zonas rurales de Ecuador en el funcionamiento de un sistema contable, con la intención de integrarlos como empleados públicos. Zuppelli explicó que ese curso falló debido a que en muchos casos las personas no sabían cómo usar el mouse, y de repente debían aprender todo junto, provocando deserción y resultados desfavorables.

La metáfora como herramienta. Agrupados de a pequeños grupos por cada máquina, los asistentes seguían las instrucciones del programador e intentaban replicarlas. “Lo más difícil fue el Menú inicio. Resultaba ser algo incomprensible para alguien que nunca había tenido contacto con una computadora. Lo que más les costaba era hacer el seguimiento con el cursor por todo el menú para abrir un programa”, señaló. Para simplificar el proceso, Zuppelli afirmó que explicaron ese elemento de Windows como si fuera “una puerta a un gran pasillo con otras puertas que daban a más pasillos” y lo mismo sucedía con otras aplicaciones.

Otro de los cambios que tuvieron que hacer sobre la marcha fue respecto a qué era lo primero que enseñaban. ”En un principio empezábamos enseñándoles cómo se encendía la PC y en eso tardábamos mucho tiempo, porque las máquinas eran distintas y cada una tenía su particularidad para explicarla. Nos dimos cuenta que eso era lo último que teníamos que enseñar”.

Desnaturalizar las TIC

Tejada Andrade dio cuenta que quienes tienen la oportunidad de estar frente a una computadora tienen otra forma de relacionarse con los equipos. “Por más que no conozcamos un programa particular, tenemos la posibilidad de acceder y ser curiosos. Pero para un campesino o indígena, como fue en el caso de Ecuador, al no conocer aparece el miedo”.

Mientras Zuppelli se mantenía al frente de la capacitación, su mujer daba vueltas por el aula ayudando a que todos mantengan el mismo ritmo. “Se avanza lento, pero todos al mismo tiempo. Hay veces que algunos avanzan más rápido que otros. Teníamos gente de 40, 50 y 60 años, y también más jóvenes, pero a los adultos les costaba un poco más”, señaló.

El programador señaló que al no haber una máquina para cada uno, cada miembro de los grupos se entusiasmaba viendo lo que hacía el otro y buscaba participar. Por su parte, su esposa explicó que en una de las comunidades asistieron 20 personas a la primera clase, pero a la siguiente 30. “Nos enteramos que se había corrido el boca en boca de que había un extranjero que estaba enseñando a usar las computadoras”.


Más información: www.tksoft.com.ar.