Emprender fuera del estereotipo

Escribe Lorena Comino, CEO y fundadora de Facturante

Arranqué a emprender en tecnología fuera de la “norma”, es decir, lejos de “lo que se espera” de un emprendedor tecnológico. Soy mujer, del interior (Mar del Plata) y empecé mi emprendimiento siendo más grande que el promedio que representa ese aspiracional entrepreneur tech.

En primer término, al ser mujer, tal vez existan prejuicios de capacidad de ejecución, por lo que la conversación con un VC (inversor) a veces puede complicarse. A los inversionistas suele preocuparles la dedicación que una persona podrá poner al emprendimiento y las mujeres, si tenemos o pensamos en tener hijos, representamos un potencial peligro en ese punto. Nuestro camino, de esta manera, tiene siempre más obstáculos: muchas veces, suele ser cruel la disyuntiva de tener que elegir entre una familia y un emprendimiento.

De hecho, en el Estudio 2016- 1S 2019 de ARCAP (Asociación Argentina de Capital Privado, Emprendedor y Semilla) por primera vez se incluyó la temática de género para este primer semestre del año. Se preguntó si las empresas que recibieron financiamiento en este período cuentan con alguna mujer en el equipo fundador y/o como CEO: solo 11.6 % contestaron afirmativamente.

Pero como líder de esta compañía -una solución de facturación electrónica multi-plataforma en la nube que hoy ya deja ingresos anuales por más de 500 mil dólares- debo decir que también derribé otro estereotipo, en rigor de verdad, con los tres colegas con quien la funde: la edad.

Generalmente al inversor promedio le interesa el “varón joven de universidad privada” de CABA, a veces, porque estos jóvenes ya vienen con contactos y se supone que podrán hacer uso de ellos para hacer crecer el emprendimiento.

Los inversores muchas veces encuentran estos atributos realmente muy atractivos. Pero ¿qué pasa con estos chicos jóvenes? Muchas veces están recién recibidos y todavía viven con sus familias, es decir muchos de ellos aún no comenzaron a administrar su dinero o sus finanzas personales y no saben cómo, subestiman el valor del dinero y malgastan la inversión en etapas tempranas del proyecto.

No hace mucho tiempo, una investigación del Harvard Business Review puso de manifiesto que a pesar que muchos de los más resonantes tech entrepreneurs de Silicon Valley pueden haber empezado en sus 20's, el promedio de edad de un emprendedor exitoso ronda los 45 años, derribando los mitos que relacionan necesariamente “juventud” con “éxito”. Las razones, efectivamente tienen que ver con una madurez de vida tanto como de conocimiento.

Este imaginario “ideal” para el inversor tiene la contra de carecer de mucha de esta experiencia que sí tenemos los que ya transitamos puestos en otras empresas –en mi caso liderando áreas tecnológicas- y también el conocimiento que nos da administrar nuestras propias familias y superar dificultades y desafíos de todo tipo. En mi caso, arranqué el emprendimiento con dos hijos y una tercera que nació casi junto con el proyecto, con una economía que en el caso de mi co-fundador dependía exclusivamente de su bolsillo, y el mío era vital para solventar los gastos familiares que aumentaban con la llegada de un bebé.

Vale aclarar que en nuestro caso el camino fue inverso: contamos con el apoyo de un joven inversor tecnológico que confió en nosotros y ganó, es decir, él, como VC, derribó todos estos mitos al darnos su respaldo.

Mujer, madre, marplatense y con amplia experiencia en el mundo tecnológico, llegar a la mediana edad me dio la experiencia suficiente para, junto con mis colegas y co fundadores, salir de la zona de confort y encontrar esa idea que podría permitirnos lanzarnos a la vida independiente sin techo de crecimiento. No fue fácil, en un mundo de hombres y desde lejos del centro del ecosistema emprendedor como es Buenos Aires, sólo el empuje del deseo emprendedor y la pasión por este ecosistema pudo darme el impulso necesario para enfrentar un camino no exento de desafíos y obstáculos.

(*) Lorena Comino: CEO y fundadora de Facturante