Si los robots sustituyen empleos, ¿cuál es el siguiente paso?

Escribe Manuel A. Sordo, General Manager para Latinoamérica de Universal Robots

Después de que los robots se hagan cargo de diferentes trabajos en un sin número de industrias, ¿qué sigue?, ¿ingresos garantizados?, ¿un programa de creación de empleos de servicio público? ¿más conferencias sobre “el futuro del trabajo”?

Hoy, no pasa una semana sin que se publique un nuevo estudio o se haya realizado una conferencia sobre robots que reemplazan puestos de trabajo o una noticia en el periódico de un nuevo uso de robots que reemplaza a las personas. A su vez, el tema ha ocupado un lugar central en reuniones de profesionales enfocadas en educación y fuerza laboral. En diferentes congresos de productividad e innovación en Latinoamérica y el mundo, las personas se preguntan si los gobiernos están rezagados en presentar respuestas sobre nuevas políticas y su reconocimiento de la pérdida de empleos debido a la automatización.

¿Deberían los países de América Latina estar haciendo más?, ¿deberían los gobiernos nacionales?, ¿cuáles deberían ser las respuestas de los profesionales de la fuerza laboral y la educación, y otros formuladores de políticas, públicas y privadas?

A lo largo de los últimos años podemos destacar tres puntos clave sobre la automatización, la pérdida de empleos y las opciones ahora disponibles para la fuerza laboral y los responsables de la formulación de nuevas políticas:

1. Desde hace cinco décadas, casi todas las advertencias sobre automatización y mayor desempleo han resultado incorrectas (aunque esta vez podría ser diferente). A mediados de la década de 1960, diferentes gobiernos alrededor del mundo estaban preocupados por la automatización que eliminaba los empleos, muy preocupados, y establecieron una serie de grupos de políticas y de trabajo para considerar si los países estaban entrando en un período de desempleo continuo de más del diez por ciento o incluso mucho mayor. A esto lo siguieron una serie de acciones de los diferentes gobiernos por temor a la automatización, incluida la creación de oficinas de recursos humanos y departamentos de trabajo, así como nombramientos de comisiones nacionales de tecnología, automatización y progreso económico.

Preocupaciones similares de automatización desde mediados de la década de 1960 han surgido de vez en cuando. Hace algunos años, las tasas de desempleo en diferentes países de América Latina aumentaban rápidamente y los formuladores de políticas estatales estaban convencidos de que la desindustrialización y el cierre de la manufactura pesada estaban llevando a un desempleo permanentemente alto. A principios de la década de 1990, se establecieron diferentes grupos de trabajo relacionados con la automatización en respuesta a la desaparición de la industria aeroespacial y, más tarde, a principios de la década de 2000, internet fue el villano en la temida pérdida de empleos áreas como ventas minoristas, cajeros de bancos y otros trabajadores de servicios.

En cada período, por supuesto, la automatización sustituyó muchos trabajos. Pero se crearon más empleos en ocupaciones y sectores que ni siquiera se habían previsto en años anteriores. Tal como lo habían predicho la mayoría de los economistas desde el siglo XIX, a medida que la automatización mejoraba la productividad, aumentaba el poder de compra y se creaban nuevos empleos. Los economistas continúan teniendo esta opinión, tal vez ninguno más que David Autor, economista y profesor de economía del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), quien analiza el proceso en curso de la disrupción de la tecnología y la creación de empleos desde hace más de diez años.

Sin embargo, solo porque la automatización y la tecnología en los últimos dos siglos hayan resultado en ganancias netas de empleos, no significa que aún existan países que apropien todos los beneficios que estos elementos aportan. Queda por concientizar a muchos líderes empresariales que la automatización continuará generando empleos para todo tipo de industrias (y cómo estos trabajos se distribuyen geográficamente). En los próximos años, nuestra comprensión se beneficiará de más estudios sobre automatización, así como también intentos de rastrear los impactos del empleo a lo largo de diferentes economías.

2. El sistema de fuerza laboral en América Latina ha tenido éxito a lo largo de los años en la adopción de nuevas tecnologías y automatización, aunque en el futuro tendrá el desafío de aumentar su tiempo de respuesta. Los primeros programas de capacitación laboral, de los cuales se tiene registro, datan de 1982. Dichos programas, capacitaban a trabajadores en la reparación de máquinas de escribir y copiadoras. Un claro escenario para ejemplificar lo anterior es cuando las tiendas de máquinas comerciales estaban contratando personal de reparación, como Xerox u otras importantes compañías de fotocopiadoras. En unos pocos años, todas estas tiendas estaban cerradas, y las empresas copiadoras se habían trasladado a las nuevas tecnologías.

El programa de capacitación se adaptó rápidamente y pasó a capacitar a técnicos y personal de reparación de computadoras en las crecientes ocupaciones de técnico de microondas y técnico de telecomunicaciones. Otros programas de capacitación de la época para cajeros, secretarios y mecánicos automotrices también se adaptaron y cambiaron a nuevas ocupaciones en expansión o (más a menudo) reescribieron los formatos de capacitación para presentar las nuevas tecnologías que necesitaban los cajeros, secretarios o mecánicos automotrices.

Los sistemas de fuerza laboral en América Latina, ahora centrados en cientos de cámaras de desarrollo laboral y económico locales en la mayoría de los países, han sido objeto de críticas durante mucho tiempo, por estar desactualizadas, con poca participación y no capacitar con un enfoque en los puestos de trabajo en demanda. Sin embargo, esto ha mejorado en los últimos años. Los consejos locales, en la gran mayoría de los casos, se mantienen cerca de los mercados laborales locales, conocen a los empleadores locales, son pragmáticos y se centran en las colocaciones laborales.

3. Los empresarios de políticas se apresuran a avanzar en esquemas de ingresos garantizados u otros escenarios de trabajo. La experiencia sugiere que seamos cautos. A medida que la investigación y el debate sobre la automatización ha crecido, también lo han hecho los esquemas de "el fin del trabajo" propuestos por los empresarios de nuevas políticas.

Hay muchos problemas prácticos con los ingresos garantizados, que comienzan con los costos. Existen problemas aún mayores con respecto a la calidad de vida sin empleo estructurado. Aunque el concepto de mujeres y hombres liberados del trabajo monótono y peligroso ha sido durante mucho tiempo un objetivo de los reformadores sociales, la investigación sobre trabajadores despedidos en los últimos años ha encontrado que los hombres en particular no dedican su tiempo en emprender nuevos negocios o el cuidado de los miembros de su familia. En cambio, están en una condición deprimida de ver televisión, dormir y navegar por Internet y se encuentran más aislados socialmente que nunca.

En última instancia, la forma en que pensamos acerca de las respuestas a la automatización estará arraigada en nuestros puntos de vista sobre el papel del empleo para las personas y para la sociedad en general. Algunos celebrarán el hacer a un lado los trabajos monótonos y peligrosos de la mayoría de las empresas, y favorecerán las formas de mantenimiento de ingresos. Otros verán en este tipo de empleos la cobertura contra los trastornos individuales y sociales, y buscarán continuar con estos roles. Estos son los grandes debates políticos que se han prolongado durante siglos y, especialmente, desde que la tecnología trajo la promesa de la abundancia y la prosperidad generalizados en el siglo XIX. Continuaremos debatiéndolos en los próximos años.

Mientras tanto, nos corresponde prestar más atención a comprender mejor nuestra situación actual frente a las nuevas oportunidades y posibilidades que la automatización y la robótica colaborativa nos presentan en todos los niveles tanto económico, político y social.

(*) Manuel A. Sordo: General Manager para Latinoamérica de Universal Robots