La inteligencia artificial no evolucionará como algunos imaginan

Escribe Sebastián Miserendino, CTO de Globant Latinoamérica

En los últimos días, unos animales italianos creados con inteligencia artificial se hicieron virales en TikTok. El tiburón con zapatillas Tralalerlo Tralala y Bombardiro Cocodrilo son apenas dos de los protagonistas de estos videos sin sentido que generan un consumo adictivo en las redes sociales. El fenómeno se conoce como “brain rot italiano” y son memes sin gracia.

Estos episodios suelen despertar un rechazo por la tecnología. Algunos criticarán y serán alarmistas sobre el impacto de la inteligencia artificial. Los contenidos de estas características han proliferado en los últimos meses. Los usan las empresas y usuarios, y tienen picos de interés como sucedió con el “Ghibili Stye”. Pero quien piense que este es el valor está mirando la foto incorrecta porque vamos hacia un futuro donde la IA será invisible.

En algunos casos, ya sucede. Mientras algunos miran a Tralalero Tralala, la inteligencia artificial está evitando fraudes financieros del Departamento del Tesoro. En 2024, se previnieron estafas superiores a 4.000 millones de dólares mediante sistemas de aprendizaje automático gracias a la capacidad de detectar movimientos sospechosos en grandes volúmenes de datos.

También durante estos meses vivimos un cambio paradigmático en el mundo de internet que afecta a todo el mundo: cada vez son más las personas que acuden a chatbots reemplazando a los buscadores tradicionales. Está claro que este modelo permite resolver cuestiones muchísimo más complejas.

La evolución de la tecnología es veloz, pero ocurre por etapas. De la fascinación inicial por hacerle una pregunta a Chat GPT en noviembre de 2022 pasamos a incorporarlo a nuestra vida diaria. Lo que continúa es el paso del LLM (large language model) al LAM (large action model). La explicación simplificada sería que es como pasar de trabajar con un desarrollador a hacerlo con millones. Los “AI Agents” aprenden de los usuarios, entienden gestos o movimientos y son capaces de interpretarlos o, incluso, anticiparse. En 2028, una de cada tres interacciones con IA generativa será con un sistema de agentes.

Este cambio significa un crecimiento exponencial en el desarrollo de la inteligencia artificial. La inversión crecerá un 27% año tras año hasta llegar a un mercado de 423.000 millones de dólares en 2027, según un informe de IDC.

La hiperconexión trae múltiples beneficios, pero también despierta fatiga en algunos usuarios. Las pantallas pueden convertirse en un punto de fricción. Por eso, el futuro de la IA también está afuera, en un plano phygital (físico y digital), donde las experiencias inmersivas se ven reemplazadas por las invisibles.

Allí las interacciones son más fluidas y son capaces de anticiparse a las necesidades. Pensemos un ejemplo en un hogar inteligente: si sales a correr con tu smartwatch, el aire acondicionado se encenderá antes de que regreses según la temperatura corporal que tienes y en la que está el ambiente. O puedes dejar la carne en el horno y que se encienda cuando estás a cierta distancia para llegar con la comida lista.

Este tipo de lenguaje aprende sobre gestos, costumbres y prácticas habituales. The wearable technology será una de las más relevantes en los próximos años: en 2024 representaba un mercado de 84,2 mil millones de dólares y tendrá un CAGR de 13,6% hasta 2030.

Un ejemplo de esta evolución son las gafas, que ya no son un simple objeto para protegerse del sol. Ahora, son inteligentes y pueden cumplir múltiples funciones. Pueden traducir, tomar fotos, grabar vídeos, responder ante qué monumento estás enfrente y reproducir música. O imagínate estar en un shopping, encontrar un electrodoméstico y pedirle a las gafas mediante un comando de voz que hagan una comparación de precios con todas las alternativas disponibles en internet. Son el mejor caso del mundo phygital y la clave del éxito es que se incorporan sin fricción, visualmente similares a las gafas de hace cincuenta años. Se estima que las ganancias que generarán en 2026 serán cinco veces mayores que en 2023.

Otros dispositivos como Rabbit R1 ya son una realidad y mediante la voz accede a todas las aplicaciones del móvil y cumple diferentes tareas. Aunque no están a la vista, detrás de cada interacción hay miles de millones de agentes de IA imaginarios al servicio.

Este tipo de experiencias invisibles tienen el potencial de cambiar la vida y no es una exageración. Neuralink, la compañía de Elon Musk, desarrolla un chip cerebral capaz de interpretar pensamientos para que las personas con ciertas discapacidades puedan usar sus computadoras o celulares como hacía Stephen Hawking. En los próximos años veremos hasta dónde llegan estos avances.

Como siempre, el futuro de la inteligencia artificial está en manos de los humanos. Mientras algunos continuarán con Tralalero Tralala, habrá otros generando nuevas experiencias al servicio de las personas con la capacidad de cambiarles la vida.

(*) Sebastián Miserendino: CTO de Globant Latinoamérica