2007, un horizonte ¿posible?

Por Leandra Caramanico, Investigadora Jr. de Actuar
Leandra Caramanico, investigadora Jr. de Actuar Asociación Civil, analiza en este artículo el panorama del voto electrónico en la Capital Federal ¿Qué se aspira a lograr con el proyecto de implementación de voto electrónico en la Ciudad de Buenos Aires?

Todo proyecto implica un desafío. Hablar de voto electrónico en la Argentina, y en especial en su ciudad capital, supone un desafío mayor. Desde el año 2002, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires trabaja en un proyecto denominado Incorporación de Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación al Proceso Electoral (INTPE), coordinado por la Dirección General Electoral del Gobierno de la Ciudad (DGLEC). En el marco de este proyecto, la DGLEC llevó a cabo la prueba piloto de voto electrónico no vinculante en las legislativas de octubre de 2005. El grupo de investigación especializado en voto electrónico de Actuar Asociación Civil fue invitado a participar del proceso, para auditar las diferentes etapas y fiscalizar las escuelas el día de la prueba.

El proyecto de voto electrónico comenzó en el segundo semestre del año 2004 y aspira, si no hay cambio de planes, a alcanzar su objetivo de máxima para el primer semestre de 2007. ¿Qué se aspira entonces a lograr con el proyecto de implementación de voto electrónico en la Ciudad de Buenos Aires?. Modernizar los procesos electorales locales mediante la incorporación de nuevas tecnologías de la información y la comunicación al proceso electoral. Detrás de esta visión asoma la gran expectativa de poder aplicar, oficialmente, la modalidad de sufragio electrónico en las elecciones presidenciales del año próximo. Como todo desafío, no parece un objetivo sencillo.

Si nos remitimos a nuestra experiencia como fiscalizadores de la prueba de octubre de 2005, cuatro grandes obstáculos repercutieron en el balance. Días previos a los comicios, se redujo considerablemente el número de escuelas en las que se desarrollaría la experiencia electrónica. Hubo establecimientos en donde no se habilitaron algunos de los cuatro dispositivos que se buscaba testear, y también repercutió en el éxito de la experiencia la reducción de la franja horaria en la que estuvieron disponibles estos dispositivos. Durante el proceso posterior, la DGLEC fue intimada a que el escrutinio fuera realizado a puertas cerradas, evitando la difusión de unos resultados claramente estipulados como no vinculantes. Estas trabas, y algunas otras que no llegaron a oídos públicos, tuvieron su origen en la Justicia Nacional Electoral.

El sistema de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se rige por el Código Electoral Nacional. Esta premisa constituye el principal obstáculo formal para la implementación del voto electrónico. Nuestro código electoral manifiesta de manera detallada las características que requiere el material a utilizarse el día de los comicios. Explícitamente refiere a boletas, tipografía, formas de impresión, urnas y padrones. La puesta en práctica de nuevas y diversas modalidades electrónicas de sufragio supondría que todos estos elementos pasen al olvido.

Teniendo en cuenta la rigidez del marco normativo, los caminos a seguir serían dos: su modificación, o la sanción de un código electoral propio para la Ciudad de Buenos Aires. Desde la legislatura porteña se han presentado numerosos proyectos, que más allá de las diversas propuestas y maneras de abordar la cuestión, instan a un cambio en la mecánica electoral a utilizarse. Cabe remarcar que uno de los proyectos tratados en la Comisión de Asuntos Constitucionales, recibió dictamen de comisión con aval de todos los bloques. El mismo se encuentra hoy sin vigencia.

Más allá de un enfoque normativista, claramente se evidencia que el problema reside en un juego de voluntades y paradigmas, donde hay reglas que modificar. Quienes evaden el cambio, resguardan su actitud pasiva bajo el pretexto de la existencia de una voluntad ciudadana "reacia y temerosa" a las TICs como herramienta de eficacia y transparencia electoral. A nuestro entender, las pruebas no avalan este tipo de argumentos.

Argentina ha sido escenario de experiencias exitosas de voto electrónico. Resultados objetivos e imparciales en Ushuaia, Mendoza y Buenos Aires nos habilitan a sostener que el cambio es posible, y que la voluntad política es la que marca el destino de un proyecto. Ideas claras, tiempos acordes, metas coherentes, mentes abiertas e interacción entre poderes, fueron claves para que las citadas experiencias hayan resultado exitosas.

Lamentablemente, el norte del proyecto de voto electrónico en la Ciudad de Buenos Aires parecería el blanco a derribar. El mayor responsable, conductor y estratega del proyecto INTPE abandonó hace meses su puesto en la DGLEC, a meses de finalizar las últimas etapas del programa, y encontró resguardo en las oficinas de 25 de mayo al 100. La nueva gestión en la Ciudad, a cargo de Darío Ruiz, proyecta una nueva prueba de voto electrónico para fines de 2006. Los objetivos específicos para la misma están en etapa de gestación, los tiempos se acortan, y la carrera contra el reloj aún deja interrogantes abiertos: ¿La Justicia Electoral Nacional permitirá una modificación del Código, para que los ciudadanos de la Ciudad puedan votar electrónicamente en las próximas elecciones? ¿O se continuará invirtiendo en rebusques legales facilistas, que acallen la reforma que tanto se reclama, como ya sucediera en octubre de 2005?


(*) Leandra Caramanico es estudiante de Ciencias Políticas de la Universidad Católica Argentina e Investigadora Jr. de Actuar Asociación Civil. Como integrante del equipo de investigación de e-voto de la ONG, participó de la fiscalización de la experiencia de voto electrónico de octubre de 2005 en la Ciudad de Bs. As.


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