Pablo Iacub: "La educación argentina, a contramano de la historia"

Por Pablo Iacub, presidente de Calipso Software

Me pregunto: ¿Existe la más mínima duda acerca de que la informática avanza todo el tiempo siendo cada año más fundamental en la vida de la gente y las organizaciones? ¿Alguien puede discutir que la programación emplea cada vez más gente con remuneraciones interesantes en todo el mundo? ¿Acaso se puede debatir que los países más avanzados tienen todas las fichas puestas en esa dirección? ¿Que la informática es hoy esencial para casi todo, hasta en cuestiones de seguridad interna y externa? ¿Acaso hay alguna duda acerca de estas afirmaciones?

Pablo Iacub, presidente de Calipso Software

La gente al menos mínimamente instruida, o simplemente sensata de cualquier lugar del mundo no la tiene. En cambio el Ministerio de Educación de la República Argentina y el de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires piensan diferente. El caso es que esos ministerios han bajado lineas que prácticamente eliminan la enseñanza de programación en las escuelas no especializadas, y se propone reemplazar dicha asignatura por la de tecnología inserta en las diferentes materias.

O sea, en concreto, en lugar de enseñarles los principios de la algoritmia les damos uso de outlook y power point, en vez de darles los principios de las estructuras de control para que puedan programar les enseñamos a usar el photo shop. Algo así como que cambiamos las clases de mecánica automotor por las de manejo, o las de cocina por las de buenos modales en la mesa.

Finalmente, todo el esfuerzo que se hace desde la Presidencia y Ministerio de Trabajo con las becas Empleartec, o desde el Ministerio de Ciencia y Tecnología con la Fundación Sadosky, o desde CESSI y los polos informáticos, no pueden compensar ni una pequeña fracción del daño que se hace desde el ámbito de educación sacando la informática como materia de estudio.

Lo triste es que todo esto pasa frente a un público que mira impasible semejante medida que es defendida con explicaciones ridículas que nos dan los funcionarios. ¿Por qué no hay reacción, o la hay, pero escasa? Porque en educación los efectos se notan después de muchos años, y en nuestro país, como en general ocurre en el mundo subdesarrollado, lo que importa es el corto plazo, la semana que viene, el mes que viene, después no sabemos. Por ahí andan protestando amigos como Gustavo Cucuzza su lema de ´La informática prohibida´ y algunos otros valientes, pero les cuesta mucho tener repercusión con su mensaje.

También hay otro motivo más sutil, y es el que los profesores de informática son pocos y sin organicidad, y consecuentemente no tienen poder de lobby. En cambio si alguien sugiriera sacar alguna hora de geografía o lengua de la currícula los ´trabajadores de la educación´ respectivos se encargarían de sacarle los ojos con una cuchara al hereje.

El caso es que desde la industria del software tenemos obligación de mirar más allá ya que los que construimos productos requerimos de proyectos de largo plazo.

Cualquier producto que uno se propone hacer necesita años de trabajo, implica estar viendo 5, 10, 15 años hacia adelante. Y dentro de 10 años necesitaremos a los chicos que hoy están en la escuela secundaria, incluso en las primarias, chicos que gracias a los cráneos que toman decisiones como esta habrán hecho su educación básica estudiando cosas tan necesarias para la vida cotidiana como los biomas siberianos, la hidrografía canadiense, habiendo leído Fuenteovejuna y el Quijote, sabrán las capitales de los países africanos, y estudiado la anatomía del pejerrey, pero en un mundo completamente cibernético no habrán aprendido a programar.


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