28 años y medio en Télam...

Vivió desde el periodismo la evolución de las telecomunicaciones y las tecnologías como generadoras de un cambio social, político y económico. Andrea Delfino escribe desde la permanencia pacífica en los edificios de Télam

Soy Andrea Delfino, madre, hija, hermana, tía y esencialmente periodista. Periodista de carrera, universitaria y de oficio.

Mi primera especialización fue el periodismo político, pero tuve la suerte de trabajar en todas las áreas: sociedad, policiales economía, internacionales, hasta deportes.

La vida, los cambios tecnológicos, me llevaron casi sin darme cuenta a especializarme en tecnología y en telecomunicaciones. Recuerdo con gracia que en las primeras conferencias me daba pudor hacer preguntas de negocios o de impacto tributario y mucho menos de política pública para estas industrias. ¿Sabés por qué? Porque en la prehistoria, cuando empecé a escribir sobre estos temas, la tecnología y las telecomunicaciones sólo tenían espacio en medios especializados o en suplementos de los grandes medios.

Fue mi trabajo en la agencia Télam uno de los factores que apoyaron la visibilización de estas industrias no como vendedores de productos sino como generadoras de un cambio social, político y económico que nos iba a involucrar a todos.

Fui una testigo privilegiada del crecimiento de la industria, de su despliegue y hasta de su convergencia.

Y todo lo hice desde Télam. Una agencia donde no siempre es fácil trabajar. Simplemente porque la línea editorial la define el Ejecutivo de turno. Los que me conocen, saben que me he enfrentado a todas las gestiones. Hasta ahora distintos jefes de redacción me catalogaron de mocosa testaruda, de caprichosa o cabeza dura, sólo porque defendí siempre mis cables tal y como yo lo había escrito.

Ahora, a los 51 años de edad y con 28 años y medio en Télam, es la primera vez que a través de los medios dicen que “sobro”, que estoy “ideologizada” -como si fuera un error-, que soy una mala profesional y que no doy el perfil para la agencia que quiere la nueva gestión.

Todos estos términos, textuales e injuriosos, los escuché de boca del presidente de la empresa, Rodolfo Pousá, y del Secretario de Medios, Hernán Lombardi, en declaraciones públicas, tanto a medios como en la reunión de la comisión de Trabajo en la cámara de Diputados. Nunca me lo dijeron en persona. Ni siquiera me llegó la carta documento que a otros compañeros de trabajo les anunció el despido por una “reestructuración”.

Al momento que escribo estas líneas, en el día número 22 de la permanencia pacífica en los edificios de Télam, sigue sin llegar a mi domicilio el telegrama de despido.


Foto: Aleli Acuña Barrenechea

En el tercer día de la medida gremial, mientras compañeros de años recibían el telegrama de despido o un mail sin firma que los invitaba a la “nueva Télam”, yo tenía bloqueado el acceso al editor de la empresa, ni siquiera puedo usar las computadoras porque también borraron mi nombre de la lista de usuarios. Ahí supe que me habían echado.

Soy periodista y por un defecto profesional busco respuestas.

Intenté establecer un perfil entre los despedidos, 354 según dijo Lombardi públicamente. 357 según nosotros, que sumamos tres casos de trabajadores en lo que va de la gestión. Trabajadores, no directivos.

Entre ellos hay gente de comercial, administración, publicidad, periodistas, que tienen más de 30 años en la empresa. Gente con dos, cinco o diez años de antigüedad. Gente de izquierda y de derecha, gente de centro. El único hilo conductor es que somos trabajadores y tenemos actividad gremial.

Télam es una de las pocas empresas periodísticas donde se cumple el Estatuto del Periodista Profesional, que entre otras cosas establece la jornada de seis horas, dos francos semanales, y el respeto a la división de tareas (el camarógrafo es camarógrafo, el fotoperiodista saca fotos, el periodista escribe o hace radio o cámara).

Esta decisión sobre Télam, se enmarca en otras medidas impulsadas por esta gestión que anuló más de 600 contratos en Radio Nacional, suspendió los noticieros de fin de semana en la Televisión Pública y adelantó la paritaria cero para los medios de comunicación públicos.

Además ocurre después que el Gobierno contó con la primera entrega del préstamo récord de 55 millones de dólares acordado con el FMI.

Las autoridades de la empresa, desde los integrantes de la mesa de edición incorporados a la empresa por esta gestión, hasta el directorio (Pousá, Ricardo Carpena y el recientemente designado Pablo Ciarlero) no concurren a los edificios desde el viernes 22 de junio, mucho antes de que los trabajadores dispusieramos la permanencia pacífica de los edificios.

Télam tiene una historia de defensa de la agencia tanto en su rol periodístico como de contralor de la pauta publicitaria. Dicen que hay 44 delegados, sumando los tres sindicatos a los que adhieren distintos trabajadores y contando hasta los suplentes. Hablan de 61 medidas de fuerzas, pero en ese número incluyen las cartas públicas al directorio cuando no recibió a los representantes de los empleados, y la adhesión a paros de las confederaciones de trabajadores.

En 1996 los trabajadores evitamos que el gobierno menemista cerrara la empresa. En el año 2000 el mismo Rodolfo Pousa, redujo la empresa de 700 a 400 trabajadores, con la intención de sumar la agencia al multimedio que promovía entonces Darío Lopérfido a cargo del sistema de medios públicos. A mediados del 2001 Pousá renunció a Télam.
En el año 2006 hicimos 38 días de paro al kirchnerismo, por dos despidos de trabajadores.

A la par de mi historia, Télam también se adaptó a los nuevos tiempos y pasó de ser una agencia que ofrecía información en sólo texto y fotos a una empresa multimedia y omnicanal.

Nosotros nos aggiornamos a las nuevas demandas de los abonados: radios, canales de TV, señales, diarios de todo el país, así como portales de internet.

En cambio el Gobierno volvió con el mismo plan de la Alianza conducida por Fernando de Rua en el año 2001: Reducir la agencia a su mínima expresión para fusionarla en un multimedio de hecho con la Televisión Pública y Radio Nacional para dejar morir el Estatuto del Periodista Profesional, y dejarte a vos sin derecho a la información.
Los trabajadores pedimos a la gestión de Lombardi y al ministerio de Trabajo, que abra una mesa de diálogo con los trabajadores.

También impulsamos -por segunda vez en mi caso- un proyecto de ley para que Télam tenga control parlamentario.

En lo que va del conflicto distintos jueces dictaminaron la ilegalidad de los despidos, que suman el 40% de la planta, y determinaron la reincorporación de los trabajadores.
Se cerraron seis corresponsalías. Y se injurió a los corresponsales.

Esta misma gestión invirtió el año pasado un millón de dólares en equipamiento y otro tanto en cursos de capacitación. El personal capacitado, hoy está despedido.

(*) Andrea Delfino: Periodista especializada en telecomunicaciones y nuevas tecnologías