Smartphones y redes sociales: impacto en las aulas y en el trabajo

Escribe Solange Finkelsztein, Coordinadora de Investigación UADE

Si alguna vez te preocupaste por estar chequeando de manera constante tu teléfono celular, en búsqueda de novedades que hace apenas unos minutos habías revisado, tranquilo/a, no eres la excepción. Según las estadísticas mundiales, en promedio, los usuarios de redes sociales pasan 147 minutos por día conectados a las plataformas, a las que acceden en su mayor medida mediante el celular. Pero esto es a nivel mundial. Si vamos a Argentina, estudios recientes basados en población joven y residentes de AMBA y GBA, revelan una tasa de uso de redes sociales de más de 5 horas diarias. Si esto no te sorprendió, esto lo hará: alrededor de 150 veces por día desbloqueamos nuestro teléfono, lo que implica estar chequeando en promedio el smartphone cada menos de 10 minutos.

Este tipo de comportamiento, con características similares a una adicción, está despertando interés en las ciencias, por los efectos que esto provoca en la sociedad. Los efectos distractores de las redes sociales no solo tienen consecuencias drásticas como un mayor riesgo de accidentes de tránsito, sino que también son motivo de preocupación y análisis por su impacto en las aulas, en el rendimiento académico y en la productividad laboral.

No por nada, algunos países como Suecia, se están replanteando el uso de pantallas en las aulas, decidiendo limitar su uso, luego de que informes recientes advirtieran sobre la menor capacidad de retención, problemas de atención y memoria, así como la disminución de la comprensión lectora de los estudiantes. Esto abre entonces un gran interrogante en materia de educación, ya que por otro lado, países con menor desarrollo económico están en la búsqueda de incluir cada vez más contenido digital en las aulas. ¿Cómo se deben manejar entonces las redes sociales? ¿Es necesario algún tipo de regulación a quienes diseñan estas plataformas?

Las investigaciones que trabajan con esta problemática han encontrado que, así como las redes sociales han mostrado su capacidad para ofrecer nuevos espacios y formas de expresión y vinculación, lo que explica, en parte, su popularidad y crecimiento exponencial... también tienen su lado oscuro. Pueden traer síntomas similares a los de una adicción basada en sustancias psicoactivas como cambios de humor, tolerancia, abstinencia y recaídas. Fenómenos denominados por sus siglas en inglés como FOMO (fear of missing out / miedo de estar perdiéndose de algo) y "nomophobia" (no mobile phone phobia / fobia a no tener el teléfono móvil), están abriendo nuevos debates respecto de la necesidad (o no) de regular los formatos en los que las plataformas de redes sociales son diseñadas y administradas.

Es que algunos mecanismos que suelen estar presentes en las Apps como el scrolling sin límite, los algoritmos para mostrar al usuario aquello que le gusta, los sistemas de comparación social y recompensa que se dan a través de los likes, la presión de estar conectado (por ejemplo, sabiendo que el otro leyó el mensaje), son algunos de los elementos que dan lugar a un comportamiento de tipo adictivo que puede volverse dañino para algunos usuarios.

Pero los efectos de las redes sociales no son iguales en jóvenes y adultos, de hecho, también varían según el tipo de red y su uso. Mientras que compartir información en las redes aumenta la satisfacción de vida y la soledad en los jóvenes, en los adultos se genera el efecto opuesto; disminuye la satisfacción y disminuye la soledad.

Por otro lado, cuando se observan los efectos de las redes sociales en la productividad laboral, estudios recientes demuestran que mientras los empleados con alta performance suelen incluso mejorar aún más su rendimiento con el apoyo de las redes sociales, por el tipo de vinculaciones y uso que le dan a estas; aquellos con bajo rendimiento, en cambio, suelen utilizar los espacios de trabajo para conectarse a las redes con fines sociales no vinculados o potencialmente vinculables a la construcción de capital social, no sirviendo entonces esta conectividad para mejorar su productividad.

Algo similar ocurre con los estudiantes. Algunas investigaciones muestran relaciones en las que alumnos con alta performance académica obtienen mayores beneficios del uso de redes sociales para fines educativos, mientras que aquellos con baja performance suelen no aprovechar el potencial de las redes para mejorar la experiencia de aprendizaje.

Sin dudas, un tema para pensar estrategias y trabajar tanto en las aulas como en la gestión de los recursos humanos, además de quienes diseñan y administran las redes.

(*) Solange Finkelsztein: Coordinadora de Investigación UADE