Cuando el jugar videojuegos deja de ser divertido

Escribe el Dr. Pablo Christian González Caino, investigador del Instituto de Ciencias Sociales y Disciplinas Proyectuales (INSOD) de UADE

Varios estudios han evidenciado cómo los videojuegos impactan positivamente en la inteligencia, el desarrollo emocional y las habilidades sociales, entre otras cosas. Sin embargo, hay cada vez más casos donde todos estos beneficios comienzan a mermar por diferentes razones, tales como la competencia que se da en juegos de equipo o la complejidad inherente al juego elegido; lo que termina desencadenando otro tipo de estado, como la frustración, que genera enojo u otro tipo de reacciones negativas.

Uno de estos desencadenantes negativos, entre los más comunes dentro del mundo del gaming, se conoce en el Tilt (o tilteo) o gaming rage. Este fenómeno, heredado de los antiguos pinball, produce que el jugador entre en un espiral de emociones destructivas (para no repetir “negativas”) que afectan su juego y el de sus compañeros, siendo varias veces el causante principal de la derrota. Diversos factores hacen que el Tilt aparezca, como el comportamiento de los jugadores del mismo equipo o del contario, problemas técnicos propios del juego o estar desempeñándose pobremente en una determinada partida.

También puede suceder que la frustración pueda ser percibida como culpa de otros jugadores, tanto del equipo contario como del propio. Esto podría producir reacciones agresivas hacia los demás, como insultos o amenazas -denominado como flamming-, morir a propósito o robar distintos recursos de otros jugadores, afectando al desempeño general del propio equipo.

Todo esto es frecuentemente caracterizado como comportamiento tóxico, donde la conducta negativa de un jugador y sus acciones consecuentes afectan la comunicación del equipo y su estado anímico en general: aristas de tal crítica importancia en el desarrollo general de la partida y su resultado, que distintos juegos penalizan este tipo de comportamiento a través de un sistema de jurados y administradores, donde si la conducta es reiterativa puede llegar a la suspensión y bloqueo de la cuenta del jugador.

¿Qué pasa cuando en realidad nos encontramos con jugadores que realmente no les interesa el juego y simplemente se conectan para molestar a otros participantes? Esto se llama Trolling, también muy presente en el mundo del gaming y uno de los causantes más grandes del fenómeno Tilt. Estos jugadores tienen como único fin el molestar a los demás, sin importar el resultado de la partida en curso. Generalmente, son jugadores que buscan causar enojo comportándose tóxicamente y afectando a propósito el desempeño del equipo.

El jugar excesivamente también puede traer consecuencias. La adicción a los videojuegos es una patología que ya lleva varios años en estudio, reconocida por el manual DSM (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders), el más utilizado a nivel mundial. Una fuerte dependencia, similar a la de los juegos de azar o a las sustancias, teniendo similares correlatos neurobiológicos y desencadenando consecuencias como una peor regulación emocional, un peor ajuste psicosocial, ansiedad y depresión, entre otras patologías. Generalmente, comienza a surgir en la niñez y adolescencia; y que, de no ser tratado, puede causar varios problemas en diferentes aristas de la vida cotidiana.

El mundo de los videojuegos ha llegado para quedarse y continuará creciendo en esta década, sumando cada vez más avances tecnológicos que mejorarán el entretenimiento y la experiencia de los usuarios. Por consiguiente, fenómenos negativos propios de los seres humanos seguirán dándose en estos nuevos espacios; lo mismo sucede con la competencia, momento en el que estados negativos afectan directamente al desempeño, tanto de uno mismo como así también de los demás jugadores. Los videojuegos fueron creados para divertirse, pero hay que tener en cuenta que, inherente a esa experiencia, existen fenómenos que pueden hacer que algo que pretendía ser divertido, se vuelva contraproducente.

(*) Pablo Christian González Caino: Investigador del Instituto de Ciencias Sociales y Disciplinas Proyectuales (INSOD) de UADE