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Reflexiones sobre usos, negocios y redes sociales

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Como responsable de un diario de tecnología como lo es Canal AR se supone que debería decir que soy un "geek" ultra fanático de los últimos dispositivos, usuario híper conectado y con un conocimiento técnico capaz de responderle a mis amigos y familiares las preguntas muchas veces oída: "¿Qué notebook me compro? ¿Mac o PC? ¿Qué smartphone elijo?".

Si usted, como yo, trabaja en la industria de tecnología seguramente su amigo abogado u arquitecto le ha hecho estas preguntas cientos de veces. Quizás como yo no comprenda qué tiene que ver trabajar en tecnología con saber sobre TODA la tecnología. Además, es como si yo le preguntase a mi amigo que trabaja en legales de Peugeot: "Che, quiero comprarme un auto. ¿Qué auto me compro? Respuesta: uno que funcione y que puedas comprar". Alguien me sugirió que ante ese interrogante haga la pregunta: ¿para qué lo querés utilizar? Pero esta salida no funcionó por un sencillo motivo: las personas pocas veces saben para qué quieren las cosas que se compran.

Para decepción de muchos, incluida la de mis amigos y allegados, nada de esto es cierto. Ni soy un fanático del último dispositivo ni me interesa ser un usuario híper conectado. Al no ser un ingeniero, pero si conocer a muchos de ellos (incluido a uno de mis hermanos), mi acercamiento de joven a la tecnología fue por la curiosidad que me provocaba ver el efecto que la tecnología provocaba en las personas; y hoy, algunas décadas después, cómo la tecnología impacta en la sociedad.

Quizás no  asombre a los muchachos que componen la ya famosa generación Y (aquellos nacidos luego de 1980) no ejecutar un aplicativo como por ejemplo una planilla de cálculo o una aplicación para leer sus emails. A mí me asombra todos los días abrir mi notebook e ir directamente a Internet a buscar mis correos, mis documentos y las aplicaciones que hacen a la gestión de nuestro medio. Y pienso  que también esto sorprende a muchos. Quizás a  los de más de 30 esto les sorprenda tanto como a mí.

También me asombro cuando caigo en la cuenta de que tampoco chequeo mi correo desde mi laptop sino desde mi celular y me encuentro criticándome porque sigo teniendo la maldita costumbre de llevar mi mochila de un lado para otro acarreando cual equeco tecnológico.  Sentado en algún café también puedo percibir cierta brecha generacional cuando me advierto escribiendo en mi netbook (soy de la generación que tenía de asignatura mecanografía y tipeaba en una Olivetti 2100. Y claramente no me refiero a que tipeaba en una PC) abstraído mirando de forma semi horizontal mientras veo a los "que agachan la cabeza"; aquellos que están como frenéticos tipeando en sus Smartphone (y no es que yo no sea uno de ellos).

Mi mente retorcida (producto de varios años de estudiar en la Universidad de Sociales de la UBA) me hizo relacionar esta pose de la cabeza gacha y asociarlo a cierta sumisión corporal hacia la tecnología.

También estamos los que necesitamos tocar el celular para saber que sigue allí dispuesto a darnos más trabajo y a interrumpir irrespetuosamente alguna buena conversación tal cuál menciona el humorista Seinfield  (ver video)

Mientras veo este panorama me pregunto cómo impacta la escritura de un mail desde una notebook, en cierta posición, con cierto ritmo y en cierto contexto, con una extensión determinada y posibilidades narrativas mayores  y cómo es la comunicación desde un móvil. Y a respuesta parece ser sencilla. Un mail desde una blackberry más que un mail es un "sacarme el trabajo que ya me quema con un Ok o a lo sumo una frase de 3 líneas".

Algunos pueden llamar a esto precisión o efectividad. No me tomaría muy a la ligera las implicancias en las comunicaciones que estos "nuevos hábitos" pueden causar no sólo a nivel empresarial sino a  un nivel social. Pero esto es tema de análisis de sociólogos y psicólogos y por mucho excede mis facultades.

Como decía al principio, no soy muy adicto a la tecnología. Debería decir por mi profesión que soy un adicto a Twitter pero no lo soy (aunque prefiero esta red social) o a Facebook (que muy pocas veces utilizo). Últimamente me llamó la atención la nueva sensación: Foursquare. Aunque me parece una red social muy interesante me cuesta entender sus utilidades. Así que con la misma rapidez que la empecé a utilizar la dejé de ver como algo necesario para mi vida.

Hace relativamente poco me sorprendió abrir una de mis cuentas de Facebook (tengo dos: una personal y otra laboral) y encontrarme que 80 personas de trabajo estaban On Line, incluso una de ella se mostró interesada por anunciar en nuestro medio.  Debo reconocer que sentí descubrir lgo que era evidente: "ah, estaban todos acá, pensé". Es probable que no contesten emails (¿alguien además de mí contesta TODOS sus emails?), y tarden 20 minutos en responder el MSN, pero parece que en Facebook la gente responde en línea y eso es lo interesante.

Sorprendido y no tanto ya que siempre fui de los que llegan tarde a lo evidente. Me pasaba algo similar con la moda. En mi adolescencia nunca estuve a la moda. De hecho, cuando llegué a la moda ya había pasado mi adolescencia  y yo me vestía como era de moda vestirse...10 años atrás. Lo he leído cientos de veces, lo he escuchado miles de veces, pero como suele pasarme con la tecnología hasta que no lo experimento y lo hago hábito no doy cuenta de sus implicancias. Este era el poder de las redes sociales en los negocios o una pequeña muestra de ello.

Mi sorpresa fue dar con un razonamiento muy tonto y sencillo pero no por eso menos sorprendente. De la misma forma que yo hoy (como muchas otras personas) estamos pendientes de los e-mails (desde hace poco me saqué la costumbre de no estar como un obsesivo compulsivo detrás del enfermante destello rojo de mi BlackBerry) esperando ese email por trabajo o por alguna novedad o alguna propuesta. Pensé ¿por qué hacemos esto? ¿Por qué esperamos un mail, porque utilizamos el mail como una plataforma para los negocios? Nadie puede negar que el mail sea una plataforma cultural en el ambiente de negocios. No tener un mail pareciera prácticamente estar muerto en la arena de los negocios como lo era hace mucho tiempo atrás no tener teléfono. Pero si la tendencia sigue, las generaciones que vienen ya no usarán el email (ver nota)

Las nuevas generaciones están rompiendo rápidamente con el concepto de "esperar". Esperar se ha vuelto una mala palabra y lo es cada vez más. ¿Parece tonto? No quisiera apresurarme a juzgar ni lo tonto ni lo sabio. En mi forma de ver las cosas la naturaleza humana odia esperar, en los negocios odiamos esperar (de ahí la famosa y célebre frase: lo necesito para ayer).

Pero la espera es parte de la naturaleza, cumple un rol y una función importante porque habla de cierto proceso de gestación, de cierto desarrollo. De la misma forma que un niño no nace en una sesión de chat (aunque los padres de muchos niños han empezado a gestionarlos hoy en un chat ;-) ), los procesos de enseñanza no son inmediatos, ni ningún cambio importante es de la noche a la mañana. A lo que voy con esto es que las redes sociales parecieran conformar hoy un lugar potencial donde no sólo se realizan actividades de marketing y de ocio sino que algunos ejecutivos comienzan a usarlas como aplicaciones para negocios, como ayer se usaba el outlook, el lotus notes o algún otro aplicativo de mail para esperar correos de negocios hoy muchos están comenzando a usar sus Facebooks, sus Linkedin y sus Twitter como un lugar donde no hay espera. Es como si fuese una reunión de "amigos de negocios" que se reúnen en un café para charlar.

Todavía no puedo creer que este hecho me llegue a sorprender luego de varios años en tecnología, pero s,í me sorprende. Quizás ya estaré algo entrado en años (algunos dicen que 1 año trabajando en IT son como 7 años en la vida humana real y yo llevo 17 de esos años) Me pregunto si de la misma forma que me daba cierta ternura escuchar a alguien en los 90`s que enviaba un fax o aquellos románticos que enviaban una carta postal, si hoy  los jóvenes de menos de 25 me mirarán a mí y pensarán: "pobre tipo, todavía espera un mail" mientras están todos conectados en sus facebooks, o en sus twitters, enterándose de lo "último", no esperando, haciendo negocios.

Supongamos que mañana ya no existe el mail, como hoy nadie usa ICQ (extraño mi usuario 81947256. Prueben y vean si encuentran a alguien en ICQ) y que todos comenzamos a utilizar nuestras redes sociales como plataforma de comunicación. ¿Qué pasará? ¿Cómo haremos negocios? ¿Hablaremos por teléfono? ¿Nos reuniremos en persona? ¿Haremos videoconferencias en HD porque son más eficaces y reducen costos o porque no queremos sufrir el tránsito o en el peor de los casos porque el miedo (el mensaje hoy más divulgado en la sociedad mundial) nos ha ganado y  nos hemos convertido en paranoicos de nuestra seguridad?

Muchas preguntas, muchos interrogantes. De vez en cuando es bueno esperar, parar, pensar, mirar el panorama, sorprenderse, comparar y tratar de entender hacia dónde vamos todos, si hacia la pantalla de la notebook, del celular, de la TV.  Y volviendo a los negocios: ¿hacia dónde van los negocios? ¿Hacia qué dispositivos? ¿Hacia qué lugares?

Mientras me sorprendía y reflexionaba sobre las redes sociales, los negocios y mis clientes preguntándome lo que antes me preguntaba por teléfono o por mail pero ahora vía Facebook pensaba que esto tiene sentido relacionarlo con el hasta el hartazgo mencionado "cloud computing".

En la nube, donde parecen estar todas las cosas, aplicaciones, negocios, personas, empleo, juegos, datos personales. ¿Vieron? Ya parece estar todo en "la nube". Es gracioso que lo llamen la nube (se ve que Internet ya es un concepto de viejos). Además a mí la nube me remite a la nube negra de "Lost" que es la única nube extraña que conozco.

Como mi mente no deja de asociar, mientras escribo la frase "parece que todo está en la nube" me pregunto qué pasará con aquellas empresas que cumplen su misión en la vida. Por ejemplo Microsoft cuyo sueño era una computadora en cada escritorio. Cuando esto estuvo cerca de ocurrir, bueno ya se dan una idea de lo que ocurrió, no me refiero a esta empresa super exitosa como negocio sino como líder de innovación. ¿Qué pasa con las empresas que cumplen con su misión? Si todo está ya en la nube o próximo a ello: ¿qué empresa tendrá por misión poner todo en la nube? La respuesta parece ser obvia. Aún así pienso que con el desarrollo de mayores velocidades de Ancho de Banda las aplicaciones web tienen todavía mucho para demostrar.

Volviendo...me preguntaba por el cloud computing y me parecía que la gente de Sony ha tenido la mala fortuna junto a sus 77 millones de clientes de probar que hoy la seguridad en Internet no es muy segura y que estamos expuestos (ver nota). ¿Estarán expuestos nuestros sistemas? ¿Nos enteramos de estos 77 millones de clientes? Pero... ¿cuántos miles hoy ya son víctimas y no son divulgados?

El hecho de Sony pone de manifiesto que hoy el cloud computing debe enfrentarse con la protección de la privacidad y la identidad online. Temas escabrosos y no menores. Es un llamado de atención para aquellos que alegremente van diciendo: vayamos todos a la nube. Con esto no quisiera pecar de apocalíptico ya que ningún sensato llevaría los datos relevantes de una empresa a la nube (o al menos creo eso).Aún así las tendencias son tendencias y en tecnología suelen ganar. Al fin y al cabo una LAN interna con acceso a Internet no tiene una lógica demasiado diferente (al menos en concepto, que los ingenieros amigos no me reprochen mi muy poca cultura técnica y mi falta de conocimiento sobre VPN´s y otros menesteres) al concepto de computación en la nube.

Estas nuevas tendencias están produciendo en mi una "clara confusión" si es que las confusiones son claras. Mientras sigo intentando amigarme con Facebook y entendiendo hacia dónde van los negocios me sigue asombrando la capacidad que tiene la tecnología para impactar en la sociedad, de crear nuevos hábitos (de los cuáles no todos me parecen muy buenos).

Los dejo hasta el próximo posteo y espero no haber aclarado para que oscurezca. Al fin y al cabo hoy estoy más en la posición de la frase de Saramago que figura en mi email: "el mundo no tiene más problemas que los problemas de la gente" O dicho de otra manera: los problemas no son una cosa, son un punto de vista.

Publicado por Gabriel Suárez el Jueves 5 de Mayo de 2011
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  • Gabriel Suárez es co-fundador de Canal AR. Podés conocer más sobre Gabriel en Linkedin y podés seguirlo en Twitter
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